Luis Rubiales, el presidente de la federación española de fútbol que besó a una jugadora en los labios sin su consentimiento durante la ceremonia de entrega de trofeos en Australia el mes pasado, dimitió el domingo por la noche tras semanas de presión implacable desde el interior del deporte y de la sociedad española en general.
Se esperaba que la decisión, que muchos en el país esperaban ver mucho antes, ayudara al fútbol español a comenzar a superar uno de sus capítulos más vergonzosos. También debería despejar el camino para que España vuelva a encarrilarse en su candidatura a albergar la Copa Mundial masculina en 2030 junto con Portugal, Marruecos y posiblemente Ucrania.
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